El dios crucificado es sustituido por una mujer desnuda que se le entrega, literalmente, con los brazos abiertos a un San Antonio que la niega consternado. INRI por EROS. Querubines por esqueletos. El diablo se asoma riendo mientras sostiene el cadáver de Cristo por la cintura. Y detrás de la cruz, con aire impasible, un cerdo mira la escena apoyando sus pesuñas sobre las sagradas escrituras.
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A pesar del gesto de repulsa y rechazo, la mirada del santo no se aparta ante el par de senos, la cabellera color fuego, y la hendidura del sexo (¿Dónde las espinas, los clavos y el costado?) No será esta la primera ni la última vez que San Antonio se enfrente a sus demonios.
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